
Estudios realizados demostraron que si el paciente se paraba en la pierna donde había ocurrido el esguince (meses despues) se observó que casi invariablemente comenzaban a trastabillar, abrían sus brazos buscando balance y ponían el pie que tenían en el aire sobre el suelo mucho antes que el otro grupo en estudio no habían sufrido la torcedura.
Este estudio se denominó entrenamiento de balance y consiste apoyarse en la pierna afectada por un minuto, descansar y repetirlo varias veces al día durante 4 semanas. El resultado fué increible ya que los corredores sentían más seguridad en sus tobillos lesionados y tenían la sensación de que sus tobillos o cederían más adelante a torceduras adicionales, ya que allí interviene el sistema nervioso, hay receptores neurales en los ligamentos en todas las articulaciones. Al dañarse el ligamento se dañan los receptores y el cerebro no recibe señales de cómo está posicionando el tobillo y el pie con respecto al suelo. Este sentido hace que se pierda estabilidad y se repita la lesión.